31 julio, 2010

Calle de Doble Sentido - Lauren Barnholdt - Cap. 16

Capítulo 16

Jordan - Antes


Traducido por Pamee


99 Días Antes del Viaje, 6:07 p.m.


Creo que estoy emocionalmente vinculado a Courtney McSweeney. Este no es un buen plan por unas algunas razones. He puesto empeño en nunca vincularme emocionalmente a nadie.

Los vínculos emocionales son problemáticos. Terminan con corazones rotos y siendo acosadores. No que haya llegado a ese extremo, es decir, siendo el acosador o consiguiendo un corazón roto. Pero he visto montones de chicas vincularse emocionalmente conmigo, y nunca es una buena situación. Los vínculos emocionales son para gente realmente estúpida, o personas que son mucho, mucho más viejas y pueden tratar con situaciones problemáticas como los vínculos emocionales.

Además, Madison Allesio me está acechando. Cuando digo acechando, quiero decirlo en términos relativos. Ella dejó los actos de difícil-de-conseguir, y ahora está dejando bastante claro que quiere que salgamos. Está haciendo esto por MySpace dejándome mensajes y textos que dicen “Quiero que salgamos.” La cosa rara es, que esto no debería ser un problema. Porque no quise salir más con ella. Lo cual es por qué yo probablemente debería. Porque si no lo hago, quiere decir que estoy involucrado emocionalmente con Courtney. Y no puedo tener eso.

Esto es en lo que estoy pensando mientras conduzco a la casa de Courtney para hacer la tarea de matemática. Por lo general hacemos juntos nuestra tarea de matemática en su habitación, lo que conlleva hacer un problema y luego besarnos por unos pocos minutos. Entonces ella para y dice, “Jordan, en realidad tenemos que hacer nuestra tarea,” y entonces hacemos dos problemas más y volvemos a besarnos por un rato.

Nos toma demasiado hacer las tareas de esta manera, y a pesar de todo, el tiempo parece ir mucho más rápido. La otra cosa que me preocupa acerca de la situación con Courtney es que obviamente he estado pasando mucho tiempo allí en un esfuerzo por evitar lo que está pasando en mi casa. Mi estrategia, como con muchas cosas, ha sido negación y evasión. Yo sólo niego y evito. Lo raro de esto es, que mis padres parecen no darse cuenta.

“¿Qué pasa?” pregunta Courtney cuando la llevo a su casa.

“No mucho,” digo. Ella se inclina hacia mi cuando paso por ella de camino a la escuela, e inhalo su esencia. Huele tan bien. Como… no lo sé, exactamente. Como Courtney.

Dos horas después, estamos besándonos en su cama. Nuestros libros de matemática están el suelo. Mis manos están en su pelo y en su rostro, y en su espalda bajo la blusa. Su lengua está en mi boca, y la deseo tanto.

“Espera,” ella dice, alejándose. Saca su cabello lejos de su rostro y me mira seriamente. “No sé qué está pasando aquí.” Se sienta y alisa su blusa.

Uh-oh. Esto no es bueno. Esto suena como a que esto va a ser una conversación. Las conversaciones, como regla, no son buenas. Normalmente significan que algo malo va a pasar. Cuando malas cosas pasan, me gusta que sólo pasen. ¿Por qué perder el tiempo hablando de ellas? ¿O acerca de la posibilidad de que puedan pasar? De nuevo, negación y evasión es realmente una genial estrategia, y salva a todos de muchos problemas.

“¿Qué quieres decir?” pregunto. Beso su cuello en un esfuerzo de distraerla. “Tu piel es tan suave.”

“Jordan,” ella dice, empujándome lejos. “Para. En serio.” Whoa. bien. Me tiro lejos de ella y de regreso a la pared detrás de su cama.

“Yo sólo…” su voz se desvanece. “No quiero ser una chica típica, pero necesito saber qué está pasando.”

“Okay,” digo lentamente, no seguro de qué decir. No porque esté siendo forzado a confrontar este asunto, es sólo que no sé realmente que decirle. He estado en esta situación muchas veces. Normalmente, las chicas no son tan elocuentes al respecto. Tú sólo puedes saberlo cuando están llegando al punto donde te van a presionar por una respuesta acerca de qué está pasando. Te quieren para ser su novio, no sólo un enganche. Lo que está bien, no puedo culparlas. Estoy un poco sorprendido. Usualmente, les digo que no les puedo ofrecer eso. Algunas veces me odian. Algunas veces seguimos saliendo (aunque nunca vuelve a ser lo mismo). Pero esta vez, me doy cuenta de que no quiero decirle a Courtney que no quiero ser su novio. De hecho, quiero ser su novio. Si eso es lo que ella dirá.

“¿Qué estás diciendo?” pregunto.

“No lo sé,” dice lentamente. Mira hacia abajo a la cama y traza con su dedo el contorno de una flor azul en el cobertor. “Es sólo, quiero decir, no necesito que seas mi novio o algo.” Oh. “Pero yo sólo… quiero decir, ¿qué está pasando aquí exactamente?”

“Bueno,” digo, pasando mi mano a través de mi cabello. “No lo sé. Amo pasar tiempo contigo, y amo estar cerca de ti.” Me doy cuenta de que está dos pies lejos de mi, y eso me pone nervioso. Alcanzo y toco su mano, y comienzo a dibujar pequeños círculos contra su palma con mi dedo índice. Trato de tirarla cerca de mí, pero ella se resiste.

“Es sólo que siento un poco raro estar pasando tanto tiempo juntos y hacer todas estas cosas que estamos haciendo sin saber exactamente que es esto.” Muerde su labio. Me inclino y la beso. “Jordan, en serio,” dice, empujándome.

“Está bien,” digo, retrocediendo. “Lo siento. Así que, ¿qué quieres? Vamos a estar juntos. Tú y yo.” La beso de nuevo. No puedo facilitarlo. “Sé mi novia.”

“Jordan, estoy siendo seria,” ella dice. Rueda sus ojos y me empuja.

“Yo también.” La acerco y miro en sus ojos. “Vamos a estar juntos.”

Apoya su cabeza en mí. “¿Es lo que quieres realmente?” pregunta. Inclina su cabeza hacia la mía.

“Sí,” digo.

“Porque tú no debes decirlo a menos que, tu sabes, tu realmente quieras hacerlo. No quiero que pienses que tienes que”

“No siento como que tenga que hacer algo,” digo. Acerco mis labios una pulgada a los suyos.

“Está bien,” dice. “Entonces…”

La beso entonces, y ella por fin para de hablar.

Tres horas después, finalmente terminamos nuestra tarea de matemática. Eran diez problemas. Diez problemas nos tomaron tres horas. Son las diez de la noche. No voy a tener tiempo de terminar mis demás tareas. Espero tener una novia que no haga lío con mi habilidad de mantener mis calificaciones. Ja.

“Debo irme,” digo, intentando separarme del cuerpo de Courtney. Estamos acostados en su cama, besándonos, y no puedo parar. Es como si fuera físicamente incapaz de estar lejos de ella.

“Está bien,” ella dice, sin moverse. Cierra sus ojos por un segundo, y yo intento memorizar la forma en que ella se ve, su cabello extendido sobre la almohada, sus labios ligeramente separados. Suspira y se tira a si misma fuera de la cama, entonces sostiene su mano hacia fuera, y me levanta, la acerco a mi y la beso de nuevo.

“Te acompañaré a la puerta,” dice cuando se aleja.

“’Bien.” Reúno mis cosas, metiendo todo en mi bolsa de mensajero negra, y camino con Courtney por las escaleras.

Cuando caminamos dentro de la cocina, la puerta trasera se abre.

“¿Papá?” Courtney pregunta. Mierda. El papá de Courtney ha estado en un viaje de negocios por las pasadas semanas, así que no había tenido que conocerlo. Odio conocer papás. Los papás como regla, no me gustan. Ellos piensan que soy un punk quien está tratando de desflorar a sus preciosas hijas. Lo que es usualmente el caso. Pero no en este.

Aunque no me importaría desflorar a Courtney, estoy contento con toda la cosa del besuqueo. Tal vez no sea una desfloración. Todavía no hemos tenido la conversación “¿Eres virgen?”

La puerta trasera se abre y entra el papá de Courtney.

“¡Estás en casa!” se arroja a si misma a él y lo coge en un abrazo. Esto va a ser doblemente desastroso, porque Courtney y su padre son super cercanos. Lo que significa que obtener la aprobación de él es la llave para nuestra relación.

Usé el tiempo de su reunión para alisar mi ropa y pasar mis dedos a través de mi pelo. Espero no lucir como ‘he estado besuqueándome con su hija’.

“Jordan,” dice Courtney. “Ven a conocer a mi papá.” Se echa hacia atrás, sin soltar su mano.

“Mucho gusto, señor,” digo, extendiendo mi mano. Obtengo mi primer buen vistazo de él, y entonces me detengo. Porque el papá de Courtney es el tipo con el que mi mamá se estaba besando en el sofá.

“Déjame ver si lo entiendo,” dice B. J. un par de horas después, inclinando la espalda en la cabina. Estamos en Denny’s, teniendo un tardío bocado nocturno, y acabo de terminar de contarle completamente el sórdido chisme. Todo. Mi mamá. Courtney. Su papá. Todo.

“Courtney ahora es tu novia.”

“Correcto.”

“Y dos horas después de que ustedes, chicos locos, llegaran a la conclusión de que eran almas gemelas, averiguas que tu mamá está jodiendo con su papá.”

“Correcto.” Ni siquiera me encojo por el crudo lenguaje de B. J. estoy más allá de eso.

“Amigo, esta mierda es JODIDA.” Toma una fritura y la arrastra a través de algo de ketchup. “¿Qué vas a hacer?”

“Tengo que contarle a ella,” digo. Silencio. “¿Cierto?”

“Cierto,” B. J dice, sonando indeciso.

“¿Por qué suenas indeciso?”

“No lo hago,” dice, sonando incluso más indeciso que antes.

“¡Sí, lo haces!”

“Bueno, sólo es una de esas cosas que suenan bien en teoría, pero podría no ser realmente necesario.” Toma la pajita de la bebida y la tira sobre la mesa, entonces toma un largo trago de su bebida directo de la copa.

En ese momento, la camarera vino y reemplazó su bebida vieja por una nueva.

“Gracias,” B. J. dice, sonriéndole.

“De nada,” ella dice, mirándome a mí. “¿Necesita algo más?”

“No, estoy bien,” digo, un poco molesto por su interrupción.

“¿Está seguro?” ella persiste. “¿Postre? ¿Café?”

“Nah, estoy bien,” digo, mirando a otro lado y esperando que ella capte el mensaje.

“Oooh, ¿sabes qué?” B. J dice, viéndose emocionado. “Voy a tener un pedazo de esa cosa de fresa, ¿esa con toda la nata montada?” resistí la urgencia de arrojarme a mi mismo a través de la mesa y estrangularlo.

“Está bien,” ella acuerda. “¿Helado de vainilla?”

“Seguro,” B.J dice. Se encoge de hombros. “Auméntalo.”

“Traeré dos cucharas.” Tan pronto como despejó el área, B.J tomó otro trago de bebida. Apoyó la espalda en su silla y soltó un enorme eructo.

“De todas formas,” digo, intentando no asustarme. “¿Puedes decirme por qué no debo contarle a ella?”

“Amigo,” B. J dice. Puso un cubo de hielo dentro de su boca y comenzó a hacerlo crujir.

“¿Amigo qué?”

“Espera,” dice. “Estoy intentando pensar como expresarlo.” Genial. Estaremos aquí todo el día.

“No intentes pensar como expresarlo,” digo. “Sólo dilo.”

“¿Estás seguro?”

“¡Sí!”

“Probablemente no vas a estar con ella durante tanto tiempo.” Se encoge de hombros. “Así que realmente no hay un punto en decirle.”

“Geez, dime como te sientes realmente.”

“¡Tú dijiste sólo dilo!”

“Lo sé, lo sé,” digo. Me inclino sobre la mesa y froto mis sienes con mis dedos. Tal vez B. J. tiene razón.

Tal vez no tengo que decirle a ella. Tal vez puedo esperar un poco hasta que averigüe como me siento acerca de ella y entonces puedo decidir si le digo o no. Me gusta Courtney, me gusta mucho, no quiero pasar el rato con nadie más, pero soy voluble. ¿Qué si le digo y arruino su vida? ¿Qué si no se supone que ella sepa acerca de esto, y no sólo le digo a ella, sino que además, ¿ella nunca debe enterarse acerca de esto? No es como si mi mamá esté planeando casarse con su papá. No creo, de todas formas.

“Amigo, ¿esto te está estresando” B. J pregunta. “No me asustes.”

“¿Por qué te asustaría eso?”

“Porque tu nunca te estresas.”

La camarera volvió con un plato enorme de pastel de fresa, helado, y crema batida. Puso dos cucharas.

“Hice una doble porción,” dice, sonriendo. Lame sus labios y alisa con sus manos su apretado delantal. Adorable.

Mi mundo se está cayendo a pedazos, y alguna camarera al azar hace bromas de tríos. Ella se aleja, moviendo sus caderas de lado a lado. Si yo no estuviera tan jodido ahora mismo, probablemente estaría encendido.

“Amigo,” B. J. suspira, inclinándose a través de la mesa. “¿Quiere tener un trío con nosotros?”

“Probablemente.”

“Whoa.” Sus ojos se abren. “No es que yo lo hiciera. No te ofendas hermano, pero eso sería demasiado jodido.” Toma un bocado del pastel de fresa. “Eso es algo de buena mierda. Haz la prueba.”

“No, gracias,” digo. De repente no estoy muy hambriento, y la hamburguesa de queso y papas fritas que acabo de devorar se sienten pesadas en mi estómago.

“Necesitas enfriarte,” B. J. dice. Tiene crema batida por toda la boca. Llego a través de la mesa y sin palabras le entrego una servilleta. Él sonríe tímidamente y se seca la boca. “Por ahora, no puedes preocuparte por eso. La última cosa que quieres es que Courtney se asuste por nada. Y si decides que esto se va a convertir en algo serio, siempre puedes decirle más tarde.”

“¿Qué si ella pregunta por qué no le dije antes?”

“Puedes decirle la verdad. Que tu querías asegurarte que estaba pasando entre ustedes, chicos, y entre sus padres, antes de que hicieras algo sicótico.”

Miro a B. J. con incredulidad. ¿Cómo es que alguien quien es tan idiota la mayor parte del tiempo, pueda, de alguna manera, ser capaz de aportar tan buena visión? Quizás es porque él, la mayoría de las veces, piensa en un nivel tan simple que no se atasca por cosas como la emoción y la manipulación. Él sólo averigua la mejor manera de manejar una situación, y entonces lo hace.

“Buena idea,” digo. “Gracias.”

“No hay problema.” Me sonríe con la boca llena de fresas.

“¿Algo más que pueda ofrecerles a ustedes dos?” dice la camarera, presentándose en nuestra mesa.

“Sólo la cuenta,” digo. “Gracias.”

Ella la arranca lentamente del bloc y la pone frente a mí. “Si necesitan cualquier otra cosa, siempre puedo agregarla.” Sonríe de nuevo, girándose en sus tacones, y se aleja.

“Podrías agregarla a ella también,” B. J. dice.

Recojo la cuenta. $15.65. “Carrie,” dice al final. “¡Llámame, lindura! 555-0181.”
Seguido por una carita sonriente.

Tiro uno de $20 sobre la mesa y dejo la cuenta donde estaba.

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