31 julio, 2010

Calle de Doble Sentido - Lauren Barnholdt - Cap. 10

Capitulo 10

Jordan - Antes




Traducido por Drifted


123 Días antes del viaje, 2:18 p.m.


Courtney McSweeney está actuando como si yo no existiera. Estamos sentados en clase de matemáticas, la estoy mirando teclear en su celular por encima de su sudadera Abercrombie* rosa, y estoy empezando a enfadarme un poco. Ni una palabra. Ni siquiera me miró.

*Marca de ropa estadounidense.

Levanto mi mano mientras la Sra. Novak revisa la tarea.

“¿Sí, Jordan?” Pregunta.

“Tengo una pregunta sobre la número diecinueve.” Le digo, aunque no es cierto. No tengo idea de cuál es la número diecinueve, pero qué importa. La Sra. Novak no sabe eso, y con un poco de suerte hará que Courtney me mire. Pero no lo hace. Sólo sigue enviando mensajes. Me doy cuenta de que estoy muy, muy molesto, lo que es extraño. No me molesto cuando las chicas me alejan, especialmente cuando no tengo interés en ellas.

“¿Cuál es tu pregunta Jordan?” Dice la Sra. Novak, mirándome con desconfianza. Normalmente no levanto la mano en matemáticas. Normalmente no levanto la mano en ninguna clase. No es que no sepa las respuestas. Es que lo encuentro innecesario.

“¿Podemos repasar todo el problema?” Le pregunto. “Courtney y yo estábamos discutiendo por esta tarea que nos pareció un poco complicada.”

“Claro.” Dice la Sra. Novak, y comienza a repasar el problema. Courtney sigue tecleando, sin mirarme aún. ¿Cuál es su maldito problema? En realidad, ¿cuál es mi maldito problema?

Incluso me aseguré de llegar a clase cuando la campana estaba sonando, por las dudas que ella tuviera intención de hablar. Una vez en segundo año, me enrollé con una chica (novata, imagínalo) que estaba en cinco de mis clases. Fue una pesadilla. Cada vez que entraba en clase, ella estaba sentada en mi escritorio, esperándome, para poder ‘chatear’ antes de que sonara la campana. Así es como lo llamaba – ‘chatear.’

“Sólo quiero chatear.” Decía. Su sola idea de ‘chatear’ consistía en hacerme preguntas ridículas como: “¿Nunca te cansas de usar zapatos? ¿Por ser un chico y no tener muchas opciones?”

Aprendí que si estás en clase con una chica con la que no deseas hablar, te escabulles dentro mientras suena la campana. De esa manera, evitas tener que interactuar con ella.

Pero Courtney ni siquiera me ha mirado. Ni una vez. Incluso cuando mencioné su nombre.

Así que cuando suena la campana anunciando el fin de la hora y del día escolar, espero hasta que sale del aula y camino detrás de ella, tirando de su capucha.

“Hey.” Digo cuando se voltea.

“Oh.” Dice ella, sorprendida. “Hey.” Se cambia el bolso hacia el otro hombro. “¿Qué pasa?”

“No mucho.” Le digo, tratando de mantener una conversación liviana. “Entonces, ¿ésta es la forma en que tratas normalmente a los chicos que te invitan a comer?”

Sonríe. “¿Qué quieres decir?”

“Ignorándolos.” Le devuelvo la sonrisa para demostrarle que no estoy preocupado por eso.

“No estaba ignorándote.” Dice, sosteniendo su celular. “Estaba ocupada escribiendo.”

“Bueno, no quisiera interrumpir cual sea el negocio secreto en el que estés trabajando.”

Alcanzamos su casillero ahora, y empieza a girar la combinación, mordiendo su labio mientras lo hace, y de repente, tengo el impulso de morderlo por ella. A su labio. No a su casillero. Dios, estoy perdiendo la cabeza.

“Entonces.” Dice, deslizando unos libros en su bolso. Cuando hace eso, me recuerda que el día escolar acabó y que ahora debería irme a casa. Lo que me hace entrar en un ligero pánico. Después de dejar la casa de Courtney en la noche del sábado, conduje por los alrededores por un rato (okay, un largo rato) y para cuando llegué a casa, eran las cuatro de la mañana, el coche ya no estaba y mi mamá dormía. Dormí hasta eso de las siete (bueno, di vueltas en mi cama) y luego fui a buscar el desayuno a Dunkin’ Donuts* y comencé a conducir. Y conducir. Y conducir. Conduje hasta las once, llamé a B.J. y pasé el día en su casa, ayudándolo a curar su resaca y jugando con la Xbox. Terminé durmiendo en lo de él, y esta mañana, paré en mi casa cuando mi mamá ya se había ido a trabajar para tomar una ducha rápida y cambiarme de ropa.

*Cafetería en donde venden donas.


El día lunes, hasta ahora, ha sido un día normal en el colegio, pero estoy destrozado. Me siento agotado, pero por primera vez, no estoy deseando ir a casa para tomar mi siesta de lunes por la tarde. No quiero ir a casa. Ahora. O nunca más. La otra cosa de la que me doy cuenta es que quiero salir con Courtney. Ahora mismo.

“Hey.” Le digo, inclinándome contra su casillero y poniéndole mi sonrisa más encantadora. “¿Qué vas a hacer ahora?”

“Irme a casa.” Dice, deslizando su mochila sobre sus hombros y cerrando la puerta de su casillero.

“¿Quieres salir por un rato? ¿Ir por algo de comer o algo así?”

Una mirada de sorpresa atraviesa su rostro, y frunce el ceño. “No puedo.” Dice firmemente. Da media vuelta y comienza a caminar alejándose de mí. Lo que, por supuesto, sólo hace que quiera ir tras ella. Agarro su mochila y tiro de ella.

“¿Por qué no?” Sonrío ampliamente.

“¿Por qué?” Dice ella.

“No.” Digo, suspirando. “¿Por qué no?” ¿Qué pasa con esta chica?

“Quiero decir, ¿por qué quieres ir a comer algo conmigo?” Pone una mano en su cadera, como si estuviera desafiándome. Lleva una pequeña pulsera de cadenita de plata que se desliza hacia su muñeca.

“¿Porque tengo hambre?” Le digo. Obviamente la mejor respuesta no sería: “Porque pesqué a mi mamá teniendo una aventura y no quiero irme a casa.” Aparte de que no estoy mintiendo. Tengo hambre y quiero pasar el rato con ella. Además, ¿por qué me está desafiando? ¿Quién habla de esta mierda?

Se gira y comienza a caminar de nuevo. “¡Courtney!” Ahora estoy literalmente persiguiéndola, pasando por el pasillo entre la multitud de personas abandonando el colegio por hoy.

“¿Si?” Se voltea.

“¿Cuál es tu problema? Si no quieres ir, sólo dilo.”

“No quiero ir.” Se cruza de brazos.

“Bien.” Le digo. “Entonces, eso era todo lo que tenías que decir.” Doy media vuelta y empiezo a caminar por el pasillo.

“¡Jordan!” Me llama por detrás, y casi no me detengo. Pero ella dice mi nombre otra vez y me doy vuelta.

“Mira.” Dice. “Lo lamento. Ha sido un día extraño. Eso es todo.” Muerde su labio. “Si todavía quieres ir…”

“No sientas que debes hacerme alguna clase de favor.” Le digo, aún sigo un poco enojado. “No es gran cosa. Si no quieres ir, no quieres ir.”

“No.” Dice ella, retirando el cabello de su rostro. “Sí que quiero ir. Pero yo compro.”

“Bien. “ Le digo, encogiéndome de hombros. “Entonces vamos.”

Media hora después, estamos sentados en mi furgoneta, comiendo comida drive-thru* de Taco Bell. Yo quería ir a un sitio real, pero ella se mantuvo firme en que quería ir por comida rápida. Esta chica es muy rara, porque ni siquiera me dejo llevarla DENTRO del restaurante, sino que insistió con comer en mi coche.

“Así que,” Le digo, “Gracias por ignorarme hoy.”

“No estaba ignorándote.” Dice, incómoda. Se revuelve en su asiento. “Es que estaba prestando atención.”

“Claro.” Digo. Le doy un mordisco a mi Taco Supremo y le echo una ojeada a ella. Apenas tocó su comida. Además, se limita a darme todas respuestas monosilábicas. Busco algo para decir que la obligue a entablar una conversación conmigo.

“Entonces.” Le digo. “Cuéntame sobre tus padres.”

“¿Mis padres?” Pregunta.

“Sí. ¿Por qué no tienes el mismo apellido de ellos? y cómo están involucrados en todo ese proyecto de tráfico de drogas, si tienen alguna neurosis, si los odias, etc.”

“En realidad no es tan escandaloso.” Dice ella. “Así que si te lo digo, lo arruinaría todo. Tal vez deba mantenerlo en secreto, y entonces tú pensarías que soy misteriosa e interesante.”

“Ya pienso que eres misteriosa e interesante.” Le digo, bebiendo un sorbo de mi refresco.

“¿De verdad?” Se gira hacia mí, y el sol que brilla por mi parabrisas golpea en su cabello e ilumina su rostro. Sonríe. “¿Por qué?”

“¿Por que qué?” Le digo. De pronto me sentí raro. Por primera vez, me di cuenta que estaba en mi coche con una chica. Pero no sólo eso, es que me impactó notar que Courtney está jodidamente buena. No buena en el estilo de Madison, con su poca ropa y toneladas de lápiz labial, pero buena en el sentido de…no lo sé. Está buena. Un paquete totalmente ardiente.

“¿Por qué soy misteriosa e interesante?” Pregunta, exasperada.

“Oh.” Le digo. “Porque hoy me ignoraste en matemáticas. Y nunca nadie me ignora.”

Rueda sus ojos. “Seguro. Nunca nadie te ignora.”

“Bueno.” Le digo mirándola de reojo. “A veces las chicas me ignoran. Pero es nada más para hacerme creer que están ignorándome, y así desearlas.”

“Quizás te ignoran porque no te necesitan.” Se encoge de hombros. “Quizás estén extrañadas por el hecho de que las hayas ignorado básicamente por cuatro años de secundaria y luego como si nada, empiezas a llevarlas a drive-thrus* y restaurantes a horas insólitas.”

*Local donde se le entrega la comida al cliente dentro de sus automóviles.

“Excepto que no suelo llevar chicas a drive-thrus y restaurantes al azar en horas insólitas.”

“¿A dónde sueles llevarlas?” Está sonriéndome ahora, y yo le devuelvo la sonrisa.

“Al asiento trasero.” Bromeo, y la sonrisa desaparece de su rostro. “Wow” Le digo. “Estoy bromeando.” Esta chica es muy complicada. “Alégrate, Court.”

Toma un pequeño bocado de su taco y dirige su mirada hacia la ventanilla.

“Entonces,” Le digo. “¿Tus padres? ¿Cuál es el asunto?”

“Mi papá no es mi padre biológico.” Dice, encogiéndose. “Me adoptó el año pasado, pero yo decidí conservar mi apellido. No quería tener que pasar por el lío de cambiarlo, pero podría hacerlo en algún momento.”

“Eso está bien.” Le digo, deseando que no pregunte sobre mis padres y cómo es el asunto con ellos. De ninguna manera necesitamos meternos en el tema de mi mamá engañando a mi papá. “¿Tu papá es un tipo agradable?”

“Sí.” Dice ella. “Él es genial. Ha estado casado con mi mamá desde que tenía tres años, así que no sé de otra cosa, ¿sabes?”

“Bien.” Tomo el último bocado de mi taco y arrojo el envoltorio arrugado en la bolsa vacía. “¿Qué deberíamos hacer ahora Court?”

“¿Por qué sigues llamándome ‘Court’?” Pregunta.

“Porque,” Digo, encogiéndome de hombros. “Es mi nuevo apodo para ti.”

“¿A diferencia de tu viejo apodo?”

“Sí, mi viejo apodo.” Le digo, fingiendo estar escribiéndole a alguien en el celular. “’La Chica Rara de los Textos’.” Es arriesgado, pero da resultado. Se estira y me empuja de manera juguetona, bloqueo su mano. Noto lo bien que huele, y trago. De ninguna manera voy a empezar a coquetear con Courtney McSweeney. Es una locura.

“¿Estás coqueteando conmigo?” Le pregunto.

“No.” Parece desconcertada y regresa a su lado del coche. “Ni cerca.”

“Sí que lo estabas.”

“Cielo,” Dice, girándose para mirarme. “Si hubiese estado coqueteando contigo, lo sabrías.”

Alza las cejas en mi dirección, y comprendo que probablemente esté diciendo la verdad. Si hubiese estado coqueteando conmigo, posiblemente lo sabría. También estoy muy, muy excitado.
Una hora después, estamos en la sección de DVD de Barnes & Noble,* debatiendo si Laguna Beach es o no es un buen programa de TV. De algún modo la persuadí para que entrara a la librería conmigo, lo que no sería tan difícil ya que está al lado de Taco Bell.

*Gran librería estadounidense donde también se pueden encontrar variedades de productos de entretenimiento.

“Son como maniquíes parlantes.” Dice Courtney, meneando su cabeza. “No tengo idea de cómo tú puedes estar remotamente interesado en este programa.”

“No dije que estaba interesado en él.” Le digo, poniendo los ojos en blanco. Esto es mentira. Lo veo todo el tiempo.

“¿Qué día de la semana lo transmiten?” Pregunta, alzando sus cejas.

“Miércoles.” Lo digo en voz alta sin pensar. Sonríe con aire satisfecho.

“¡Eso no significa nada!” Protesto. Devuelve el DVD de Laguna al estante y se voltea.

“Como sea.” Hace un ademán y se encamina hacia las películas de Acción/ Aventura.

“¡Todo el mundo sabe que Laguna Beach está los miércoles por la noche! Todo lo que tienes que hacer es encender MTV por medio segundo. Pasan los comerciales todo el tiempo.”

“Bien.” Dice otra vez, encogiéndose.

“¿Y qué si lo veo?” Le digo. ”Es lo que es.”

“Ridículo es lo que es. Son como extraterrestres.”

“Bueno.” Digo, cambiando de táctica. “¿Viste The O.C?”

“Totalmente diferente.” Dice.

“Oh mi Dios, ¡no es cierto! Es lo mismo. Pero uno está escrito para televisión y el otro es un reality show.”

“The O.C es completamente diferente.” Dice ella. “Porque aunque los personajes sean ricos y materialistas, al menos tienen conversaciones inteligentes. Tienen cuestiones. Dilemas. ¡Debates!”

Umm. Tiene un motivo. Estoy tratando de pensar en un buen debate de Laguna que no incluya la situación mediática entre Kristin Cavallari y Nick Lachey. Mi celular suena antes de que pueda pensar en uno, y lo saco de mi bolsillo.

Es B.J. Vacilo. Probablemente sea grosero atenderlo, pero Courtney no va a estar conmigo para siempre, así que voy a jugármelas en algún punto; voy a necesitar dirigirme a la casa de B.J. para evitar ir a la mía. En ese caso, contestar el celular es mi mayor interés.

“¿Te importa si contesto?” Le pregunto. “Es algo importante.”

“No hay problema.” Dice, volviendo a las películas. Se arrodilla para mirar algo en el estante de abajo y la parte trasera de su camiseta se sube, mostrando su espalda. Trago.

“¿Qué onda?” Le digo, abriendo mi celular y alejándome unos pocos pasos de Courtney.

“Hombre, esto es una mierda.*” Dice B.J., sonando como si en verdad estuviese cayendo mierda.

*Juego de palabras: B.J. dice “está cayendo mierda”. Esta expresión es usada para decir que está pasando algo malo o triste.

“¿Qué pasa?”

“Acabo de salir del gimnasio, ¿sabes?” B.J. se queda todos los días con el equipo de fútbol para ejercitarse; imagino que se refiere a eso.

“Sí.” Le digo.

“Y cuando estoy dejando el colegio, en el aparcamiento está Jocelyn con Kristia Crause y Tia Biddlecome.”

“Okay.” Le digo, ya comenzando a aburrirme de esta historia. Estoy un poco disgustado con el tema de B.J. y Jocelyn, porque después de que le di café la otra noche y lo llevé a su casa, terminó yendo a la fiesta de Jeremy de todos modos. Y mientras atrapé a mi mamá engañando a mi papá y actué sin sentido con Courtney McSweeney, B.J. estaba de fiesta sin mí. Traté de ver de nuevo la espalda al descubierto de Courtney, echando una ojeada alrededor de la publicidad de los DVD’s de Star Wars. Sigue inclinada. Tiene un buen culo. Me pregunto qué clase de ropa interior usa, si es una tanga, o quizás esos shorts de chicos. Algo de encaje, quizás.

“¡Y ella me ignora!” Dice B.J. Courtney se inclina aún más. Su camiseta se desliza más arriba de su espalda. Trato de calcular lo cerca que necesito estar para captar la mejor vista sin que ella pueda escuchar mi conversación. ¿Es una locura tener estos pensamientos sobre ella? Probablemente. Quiero decir, se supone que debería estar pasándola con Madison. Pero es que es divertido estar con Courtney. Ella aleja mi mente de toda la mierda que está pasando en casa. Lo que es bueno.

“¡¿Hola?!” B.J. pregunta del otro lado del celular.

“Sí.” Le digo, tragando. “Jocelyn te ignoró.”

“¡No puedo creerlo!” Dice él. “Eso es un fastidio, chico.”

“Las chicas son fastidiosas.” Le digo. “¿Te gusta?”

“Ya no.” Dice él, sonando como si no lo dijera enserio. “No si va a actuar como una idiota.”

“Se está burlando de ti.” Le digo. “Sólo ignórala también.”

“Pero no quiero ignorarla.” Dice. “¡Quiero ligar con ella de nuevo!”

“Lo sé.” Le digo, suspirando. “Pero si va a actuar bien, la última cosa que quieres hacer es volverte un Estúpido Psicópata Obsesionado.”

Un empleado de Barnes & Noble, un chico joven con un delantal verde y sus orejas perforadas casi choca conmigo.

“Lo siento.” Le digo.

“¿Dónde estás?” Pregunta B.J. sospechosamente.

“En la librería.”

“¿La librería? ¿Qué mierda haces?”

“Estoy, uh, buscando libros.” Digo. “Y debería volver a eso. Te llamo luego.”

“¿Con quién estás?” Pregunta.

Mierda. “¿De qué hablas?” Pregunto, tratando de que mi voz suene con toda la inocencia posible. Él suspira.

“¿Con-quién-estás?”

“Estoy solo.” Miento. ¿Por qué mentí? Odio mentir. No me gustan las mentiras. Mentir te mete en problemas. Manipular situaciones es una cosa, pero mentir es otra. Mi teoría (especialmente con chicas) es que si no mientes, no pueden señalarte como responsable de nada en todo lo malo que sucede.

Caso a mencionar: cuando estuve con Jana Freeze el verano pasado. Le dije que no quería una novia, y que iba a estar con otras chicas. Se puso toda loca cuando besé a Michelle Tessiro una semana después. Pero enserio, no fue mi culpa. Porque ella sabía el asunto, y eligió meterse en esa situación.

Se que sueno como un prostituto. Pero no lo soy.

“¿Estás solo?” Pregunta B.J. con incredulidad. “¿Qué mierda haces?”

“Ya te lo dije.” Le digo, tratando de no perder mi paciencia, ya que es mi culpa por mentirle. “Estoy buscando libros.”

“Hombre, eso es una mierda.” Dice él.

“Bien.” Le digo. “Estoy con Courtney McSweeney.”

“¿Courtney McSweeney?” Pregunta B.J., como si hubiese anunciado que estoy en una cita con Mischa Barton.

“¿Para qué carajo?”

“No lo sé.” Le digo, notando que es cierto.

“Como sea.” Dice B.J. “¿Puedes preguntarle de Jocelyn por mí?”

“¿Preguntarle qué sobre Jocelyn?”

“Pregúntale cuál es el problema. Son amigas.” Suspira como si no pudiera creer mi obvia ridiculez por no captar el plan. Lo que es realmente preocupante de mi parte, porque si B.J. está diciendo algo que no entiendo, eso significa que mi cabeza es un completo desastre.

“Okay.” Acepto.

“Pero no le dejes saber que yo quiero saber.” Ordena.

“Por supuesto que no.” No le señalo que esperar que le pregunte a una chica que apenas conozco sobre cómo se siente su amiga por B.J. sin decirle la razón por la que quiero saber, va a ser una cosa muy difícil de hacer.

“Luego.” B.J cuelga antes de que pueda hacer planes con él para más tarde. Mierda.

Courtney viene del rincón, trayendo el DVD de la primera temporada de Laguna Beach. Lo sostiene en alto y me sonríe. “Quizá le dé una segunda oportunidad.”

“Deberías.” Le digo, quitándole de su mano la caja azul del DVD y observando la parte trasera. ¿Qué no podría gustarme de este show? Chicas ardientes. Amoríos. ¿Quién necesita conversaciones inteligentes y debates? De todas formas, todo se reduce a desearse unos con otros. Así que la gente debería ligar y seguir con sus vidas.

“Entonces…” Dice ella, tomándolo de mis manos. “Probablemente debería irme a casa.”

“Oh.” Digo, un poco sorprendido. Normalmente, no son las chicas las que terminan las citas conmigo. No es que esto sea una cita. Es algo así como para pasar el rato. La sigo hasta la caja registradora, donde hace la compra del DVD de Laguna Beach. Definitivamente no es una cita. Porque si fuera una cita, yo estaría pagando. Y nos estaríamos besando. Y eso definitivamente no va a pasar.

Media hora después, estamos besándonos en mi coche.

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